La división entre los países europeos aumenta debido a la diferencia de posturas sobre la prohibición de los motores de combustión en 2035.
El pasado mes de febrero, el Parlamento Europeo aprobó por mayoría la nueva legislación que establece la prohibición de la venta de coches nuevos con motor de combustión interna a partir de 2035. La aplicación de esta legislación supondría el fin del coche térmico.
Antes de que pasara un mes de la votación de los europarlamentarios, Alemania, uno de los principales estados miembros de la Unión Europea, mostró su rechazo ante la normativa. De este modo, el país encabeza una lista de opositores -que no dejará de aumentar- al veto a los coches diésel y gasolina.
UNA POSTURA ANTAGONISTA
La división entre los diferentes países europeos se está volviendo cada vez más palpable. Asimismo, hay quienes ya califican a este conflicto como una guerra entre los dos principales estados de la UE: Alemania y Francia.
Alemania lidera una alianza en contra de la prohibición de los motores de combustión y a favor de usar combustibles sintéticos. En la otra cara de la moneda, se encuentra Francia, que aboga por seguir adelante con el veto a los coches térmicos.
De este modo, los combustibles sintéticos están en el punto de mira, convirtiéndose en el detonante de una polémica que amenaza con poner en peligro la hoja de ruta fijada por la Comisión Europea.
Christian Linder, ministro de Economía de Alemania, ha señalado que Francia ignora los crecientes costes de los coches eléctricos y habla de un enfrentamiento entre las dos potencias. “Es lamentable que el Gobierno francés declare un enfrentamiento para prohibir el motor de combustión interna”.
Por su parte, su homónimo francés, Bruno Le Maire, declara que “no podemos decir que hay una emergencia climática y dar marcha atrás en la transición a los vehículos eléctricos. Europa lleva entre cinco y diez años de retraso en comparación con China“.