Ocho países de Europa evalúan formar un frente común para rebajar la dureza de la versión definitiva de la normativa de emisiones Euro 7.
Un amplio grupo de países europeos compuesto por Alemania, Italia, República Checa, Polonia, Portugal, Rumania, Hungría y Eslovaquia unen sus fuerzas para forzar que la versión definitiva de la normativa de emisiones Euro 7 sea más distendida que lo previsto en un principio.
Pese a que la Unión Europea manifiesta que los beneficios para la salud pública compensarán los costes derivados de la normativa, estos ocho países mantienen su postura de rechazo fundamentada en el elevado desembolso económico al que tendrán que hacer frente los fabricantes de automóviles, según informa Automotive Europe.
En un contexto donde la mayoría de las inversiones se centran en la electrificación, se busca que las condiciones impuestas por la norma Euro 7 sean realistas y alcanzables, en un período mayor al establecido por la propuesta actual.
LA EURO 7: UNA NORMATIVA MUY CRITICADA POR LA INDUSTRIA
Los representantes de los países mencionados se reunieron en Estrasburgo para acordar una alianza que sirva para presionar a la Comisión Europea. El objetivo principal es conseguir una propuesta vinculante sobre la exención de los combustibles sintéticos de la prohibición de vender coches diésel y gasolina a partir de 2035.
La Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles (ACEA) recalcaba que el calendario provisional se aleja bastante de ser realista. El nuevo estándar planteado beneficiaría principalmente a las marcas chinas, que están irrumpiendo en el mercado europeo con modelos 100 % eléctricos. Además, se forzaría a que los fabricantes europeos desvíen gran parte de sus inversiones en I+D a la movilidad eléctrica.
Por otro lado, Alemania, respaldada por otros países como Italia y República Checa, exige garantías más claras de que los automóviles con motores de combustión interna se podrán vender después de 2035, en caso de que funcionen con combustibles neutros en CO2.