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La reducción de emisiones corre riesgo de estancarse ante la falta de objetivos hasta 2030

La ausencia de incentivos regulatorios adicionales entre 2025 y 2030 podría llevar a que los fabricantes prioricen el mantenimiento de tecnologías más rentables

La industria automotriz europea podría enfrentar un riesgo significativo de estancamiento en sus esfuerzos por reducir las emisiones de CO2 en los próximos años, según alerta un reciente informe ‘Emisiones de CO2 de los turismos nuevos en Europa: Resultados de los fabricantes de automóviles en 2023’ del Consejo Internacional de Transporte Limpio (ICCT). Con la falta de objetivos intermedios claros entre 2025 y 2030, existe preocupación de que los fabricantes de automóviles retrasen la implementación de tecnologías de bajas emisiones, lo que podría comprometer el cumplimiento de las metas climáticas a largo plazo de la Unión Europea.

Las normativas de la UE exigen que para 2025, los fabricantes reduzcan las emisiones promedio de sus vehículos a 93,6 gramos por kilómetro, un recorte significativo respecto a los 107 g/km alcanzados en 2023. Sin embargo, el siguiente gran objetivo, una reducción a 49,5 g/km, no se espera hasta 2030. Esta brecha de cinco años sin metas intermedias podría frenar el ritmo de innovación y transición hacia tecnologías más limpias, como los vehículos eléctricos y las mejoras en la eficiencia de los motores de combustión.

La ausencia de incentivos regulatorios adicionales entre 2025 y 2030 podría llevar a que los fabricantes prioricen el mantenimiento de tecnologías más rentables, como los motores de combustión interna, en lugar de acelerar la transición hacia vehículos eléctricos de batería (BEV) o híbridos enchufables (PHEV). Según el ICCT, este comportamiento ya se ha observado en el pasado. Tras alcanzar los objetivos de 2020, muchos fabricantes relajaron sus esfuerzos para reducir las emisiones en los dos años siguientes, lo que resultó en una desaceleración del progreso.

Este escenario se ve agravado por el aumento en el peso promedio de los vehículos nuevos. En 2023, los automóviles eran, en promedio, 19 kg más pesados que en el año anterior, lo que dificulta la reducción de emisiones a menos que se adopten tecnologías más avanzadas. Los vehículos eléctricos, aunque más limpios en términos de emisiones, tienden a ser más pesados debido a sus baterías, lo que añade otra capa de complejidad al desafío de cumplir con los futuros objetivos de emisiones.

El estancamiento en la reducción de emisiones no solo dependerá de las decisiones de los fabricantes, sino también del apoyo de los gobiernos nacionales. A pesar de las estrictas normativas de la UE, las políticas nacionales para fomentar la electrificación varían significativamente entre los países europeos. La falta de infraestructura de recarga adecuada, subsidios insuficientes para la compra de vehículos eléctricos y la lenta implementación de planes para electrificar flotas podrían retrasar aún más la adopción de tecnologías de bajas emisiones.

Mientras que países como Noruega y Suecia han liderado el camino en la adopción de vehículos eléctricos, otros mercados, como España o Italia, enfrentan desafíos en cuanto a la infraestructura de carga y las políticas de incentivos. Este desequilibrio podría generar un crecimiento desigual en la adopción de tecnologías limpias, contribuyendo al estancamiento en la reducción de emisiones a nivel europeo.

Desafíos en la competitividad global

El retraso en la implementación de tecnologías limpias no solo tendría implicaciones para los objetivos climáticos de Europa, sino también para la competitividad global de la industria automotriz europea. Mientras que los fabricantes europeos se enfrentan a la presión de cumplir con normativas cada vez más estrictas, competidores globales, especialmente en China, están avanzando rápidamente en el desarrollo y comercialización de vehículos eléctricos a precios competitivos.

Si los fabricantes europeos posponen la transición hacia vehículos eléctricos y tecnologías de bajas emisiones, corren el riesgo de perder cuota de mercado frente a competidores internacionales más ágiles en la innovación. Esto no solo afectaría la sostenibilidad del sector, sino también su capacidad para liderar el mercado global en la próxima década.

Aunque la industria automotriz europea ha logrado avances importantes en la reducción de emisiones de CO2 en los últimos años, el futuro inmediato podría verse comprometido por la falta de objetivos claros entre 2025 y 2030. Sin incentivos regulatorios intermedios y con el aumento de la competencia global, los fabricantes podrían retrasar la adopción de tecnologías más limpias, lo que plantea serias dudas sobre la capacidad de la industria para cumplir con los ambiciosos objetivos de 2030 y 2035. Es crucial que tanto los fabricantes como los gobiernos nacionales actúen con decisión para evitar este estancamiento y asegurar un futuro más limpio y sostenible.

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