La antigüedad media de los turismos en España alcanzó los 14,2 años en 2023, muy por encima de la media europea.
El parque automovilístico español envejece sin freno y sigue rezagado en electrificación. Así lo reflejan los últimos datos de la Asociación de Constructores Europeos de Automóviles (ACEA), que sitúan a España como el país con el parque más antiguo entre las principales economías de la Unión Europea y uno de los menos avanzados en la transición hacia la movilidad eléctrica.
Según el informe, la antigüedad media de los turismos en España alcanzó los 14,2 años en 2023, muy por encima de la media europea (12,5 años). Más preocupante aún es que casi dos de cada tres vehículos en circulación (62,9%) superan la década de uso, un porcentaje que solo es más elevado en países del Este como Rumanía (80,8%), Polonia (74,0%) o Lituania (75,5%). En términos de antigüedad del parque, España ocupa la 20ª posición de 29 países analizados, situándose por detrás de Francia (11,2 años), Alemania (10,3) o los Países Bajos (11,9).
Este envejecimiento progresivo no es un simple dato estadístico. Se traduce en un mayor impacto ambiental, con vehículos más contaminantes y menos eficientes, y en un freno a la competitividad del sector automovilístico español, que depende en gran parte del dinamismo del mercado de ocasión y de los incentivos a la renovación de flotas.
Retraso en la electrificación
A esta falta de renovación del parque se suma otro problema: el estancamiento de la electrificación. España apenas alcanza un 11,4% de cuota de electrificación, una cifra que la relega a la 21ª posición de 29 en el ranking europeo y la convierte en la economía más rezagada de la UE en este ámbito, solo superando a Italia (7,5%).
Mientras países como Noruega (91,6%), Suecia (58,4%) o Dinamarca (55,2%) lideran la transformación, y otros con un parque igualmente envejecido, como Portugal (33,4%), avanzan con mayor rapidez, España sigue sin despegar. La falta de infraestructura de recarga, la escasez de incentivos eficaces y los altos precios de los vehículos eléctricos en comparación con la renta media española son algunas de las barreras que explican este rezago.
El informe también destaca que en los países donde el parque automovilístico es más moderno, la electrificación avanza con mayor rapidez. Luxemburgo (8 años de antigüedad media) y Austria (9,3 años), por ejemplo, presentan tasas de electrificación del 35,6% y 24,3%, respectivamente, lo que refuerza la correlación entre envejecimiento del parque y resistencia al cambio tecnológico.
Un mercado de ocasión poco dinámico
Otra de las claves de esta problemática es la falta de dinamismo en el mercado de vehículos de ocasión. En economías como la alemana o la británica, el alto volumen de compraventa de vehículos de segunda mano permite una renovación más fluida del parque automovilístico. En España, sin embargo, el mercado de ocasión se ve afectado por una oferta limitada, precios elevados y una demanda que se ha desplazado hacia modelos más asequibles, muchas veces con mayor antigüedad.
El resultado es un círculo vicioso: los conductores españoles alargan cada vez más la vida útil de sus vehículos, lo que retrasa la modernización del parque y la incorporación de tecnologías menos contaminantes.
Un desafío para la movilidad y la competitividad
El envejecimiento del parque y el escaso avance de la electrificación representan un desafío tanto para la sostenibilidad ambiental como para la industria del automóvil en España. En un contexto en el que Bruselas avanza con regulaciones cada vez más estrictas para reducir las emisiones de CO₂, la falta de una estrategia eficaz para renovar el parque podría suponer un lastre para la competitividad del sector.
La cuestión ya no es solo tecnológica o medioambiental, sino también económica. Un parque obsoleto y una electrificación ralentizada comprometen la capacidad de España para adaptarse a las nuevas exigencias del mercado y atraer inversiones en el ámbito de la movilidad sostenible.
Ante este panorama, la industria y los consumidores siguen esperando medidas más ambiciosas. La cuestión no es si la transición llegará, sino cuándo, y los datos dejan claro que España aún tiene un largo camino por recorrer.