Cómo la transición a los vehículos eléctricos redefine las relaciones comerciales y la dependencia de recursos
La electrificación del parque automotor en la Unión Europea no solo responde a una necesidad ambiental, sino que también tiene implicaciones geopolíticas de gran calado. La producción masiva de vehículos eléctricos requiere materias primas estratégicas como litio, cobalto y níquel, recursos en los que Europa es altamente dependiente de terceros países, especialmente de China y la República Democrática del Congo.
Según el informe de Transport & Environment (How the new EC can create a made-in-EU EV market, 2025), la UE enfrenta un dilema: por un lado, impulsar la electrificación de sus flotas corporativas garantizaría estabilidad para su industria automotriz, pero al mismo tiempo, esta aceleración incrementaría su vulnerabilidad frente a mercados externos en cuanto al abastecimiento de minerales clave.
El 80% del procesamiento global de litio y el 60% del refinamiento de cobalto están controlados por empresas chinas. Esta hegemonía no solo coloca a Europa en una posición de dependencia, sino que también otorga a Pekín una ventaja estratégica en la transición global hacia la movilidad eléctrica.
La iniciativa de electrificar flotas corporativas es vista como una medida necesaria para cumplir con los objetivos de reducción de emisiones, pero sin una estrategia paralela que garantice la seguridad del suministro de materias primas, la UE podría estar comprometiendo su autonomía energética e industrial.
Bruselas ya ha comenzado a tomar medidas. El plan de la Comisión Europea incluye la diversificación de fuentes de suministro mediante acuerdos comerciales con países como Australia y Canadá, así como la inversión en reciclaje de baterías para reducir la necesidad de extracción de nuevos materiales. Además, el impulso a la producción de baterías en suelo europeo mediante la iniciativa European Battery Alliance busca contrarrestar la influencia de China y asegurar una cadena de suministro menos vulnerable.
La electrificación de las flotas corporativas es un paso clave para reducir las emisiones y garantizar la competitividad de la industria europea. Sin embargo, la UE debe acelerar su estrategia de reducción de dependencia en minerales estratégicos. La movilidad eléctrica no solo es una cuestión ambiental, sino también geopolítica, y Bruselas deberá encontrar el equilibrio entre sostenibilidad y seguridad económica.