Los vehículos eléctricos son entre un 37% y un 57% más propensos a causar accidentes a baja velocidad con peatones y ciclistas debido a su silencio.
En la era de la electrificación del transporte, una de las discusiones más fascinantes y prácticas gira en torno a una pregunta esencial: ¿Cómo deben sonar los coches eléctricos? Este tema, aunque puede parecer trivial a primera vista, engloba una serie de consideraciones tecnológicas, de seguridad y emocionales que están moldeando el futuro del transporte automotor.
A diferencia de los vehículos con motores de combustión interna, los coches eléctricos (EVs) operan casi en silencio. Esta ausencia de ruido presenta tanto ventajas como desafíos. Desde una perspectiva ambiental, la reducción del ruido contribuye significativamente a disminuir la contaminación acústica en las áreas urbanas. Sin embargo, esta característica también implica riesgos para la seguridad vial. Según estudios, los vehículos eléctricos son entre un 37% y un 57% más propensos a causar accidentes a baja velocidad con peatones y ciclistas debido a su silencio.
Para mitigar los riesgos, la Unión Europea ha implementado leyes que requieren que todos los nuevos VE tengan Sistemas de Alerta Acústica de Vehículos (AVAS) que emiten un sonido continuo a menos de 20 km/h. Este sonido alerta a los peatones de la proximidad del vehículo, reduciendo el riesgo de accidentes.
La respuesta de la industria automotriz a esta regulación ha sido variada y creativa. BMW, por ejemplo, ha contratado al renombrado compositor de Hollywood Hans Zimmer para diseñar los sonidos de sus vehículos eléctricos, buscando no solo cumplir con las normativas de seguridad, sino también ofrecer una experiencia auditiva emocional y personalizada a los conductores. En un enfoque similar, Hyundai ha desarrollado el sistema N Active Sound +, que ofrece a los conductores diferentes paisajes sonoros que van desde sonidos futuristas hasta réplicas de motores de combustión interna.
Pero la innovación en el sonido de los VE no se detiene en la seguridad. Los diseñadores de sonido están explorando cómo estos sonidos pueden mejorar la experiencia de conducción. Por ejemplo, algunos fabricantes están incorporando sonidos que imitan el aumento de revoluciones de un motor de combustión interna, lo que proporciona una sensación de velocidad y dinamismo. Mercedes ha creado paisajes sonoros abstractos y evocativos que transforman la conducción en una experiencia casi cinematográfica.
En el extremo opuesto, marcas de lujo como Rolls-Royce y Bentley consideran que el silencio es una parte integral de la experiencia de lujo que ofrecen sus vehículos eléctricos. Para estos fabricantes, la ausencia de ruido del motor subraya la serenidad y el confort de sus automóviles, proporcionando una experiencia de conducción tranquila y sin interrupciones.
Además de los sonidos funcionales, algunos fabricantes están experimentando con sonidos personalizados que los usuarios pueden modificar según sus preferencias. Fiat, por ejemplo, ha creado una firma sonora que incluye una muestra de la banda sonora de Amarcord de Fellini, combinada con la voz humana, ofreciendo una experiencia única y culturalmente rica.
El futuro del diseño de sonido automotriz se presenta como un campo emocionante y en evolución, con un potencial significativo para redefinir la relación entre el conductor y el vehículo. La capacidad de personalizar y diseñar estos sonidos no solo mejora la seguridad, sino que también permite a los fabricantes expresar la identidad y el carácter de sus vehículos eléctricos de nuevas maneras. Con la electrificación del transporte en pleno auge, es probable que los sonidos de los VE lleguen a definir el paisaje sonoro de nuestras ciudades en las próximas décadas, ofreciendo una mezcla de innovación, seguridad y emoción que transformará la experiencia de conducir.
Así, mientras los vehículos eléctricos continúan ganando popularidad, el diseño de sus sonidos se convierte en un aspecto crucial que abarca más que la simple estética auditiva, influyendo directamente en la seguridad y en la experiencia emocional de los conductores.