China se ha posicionado como líder mundial en la producción de EVs, superando incluso a grandes economías como Estados Unidos y Alemania.
En las últimas dos décadas, China ha construido un coloso en la manufactura y tecnología automotriz, especialmente en el sector de vehículos eléctricos (EVs), impulsado por políticas gubernamentales estratégicas y una vasta inversión en investigación y desarrollo.
Esta evolución ha permitido a China posicionarse como líder mundial en la producción de EVs, superando incluso a grandes economías como Estados Unidos y Alemania. Sin embargo, este éxito ha generado tensiones comerciales, particularmente en Europa y Estados Unidos, que han respondido con aranceles y otras medidas proteccionistas.
Desde el inicio del siglo XXI, China ha implementado una serie de políticas que han incentivado a las empresas automotrices a crecer tanto en capacidad productiva como en tecnología. El gobierno central, junto con gobiernos provinciales, ha ofrecido subsidios generosos y ha promovido la expansión global de sus fabricantes. Empresas como BYD, NIO y Xpeng han logrado consolidarse en el mercado interno y están ahora en una fase de expansión internacional, buscando mercados en Europa, América del Norte y, más recientemente, en el sudeste asiático y América Latina.
Esta estrategia no solo busca incrementar las exportaciones, sino también adquirir compañías extranjeras y establecer centros de investigación y desarrollo fuera de China, lo que les permite acceder a nuevas tecnologías y adaptarse mejor a las preferencias locales de los consumidores en mercados extranjeros.
El rápido crecimiento de los fabricantes chinos ha generado preocupación en Europa y Estados Unidos, donde se argumenta que las empresas chinas se benefician injustamente de los subsidios gubernamentales, lo que les permite ofrecer precios más bajos que sus competidores occidentales. En respuesta, la Unión Europea ha implementado aranceles de hasta un 38% sobre los vehículos eléctricos importados desde China. Esta medida, anunciada en julio de 2024, busca contrarrestar lo que Bruselas considera una “competencia desleal” que amenaza a los fabricantes europeos.
La reacción de los fabricantes europeos ha sido mixta. Mientras que algunos, como BMW y Mercedes-Benz, han criticado abiertamente estos aranceles, argumentando que podrían desencadenar represalias por parte de China y dañar el comercio internacional, otros, especialmente en Italia, han apoyado las medidas, viéndolas como una forma de proteger a la industria local de la competencia china.
En Estados Unidos, la situación es similar. Los fabricantes estadounidenses también han presionado para que se impongan medidas contra los automóviles chinos, preocupados por la pérdida de cuota de mercado y el impacto en los empleos locales. Sin embargo, la postura proteccionista también ha generado tensiones dentro del país, ya que muchas empresas automotrices estadounidenses dependen de componentes y tecnologías importadas desde China.
Diversificación de mercados y el enfoque en el sur global
Frente a las barreras comerciales en Europa y Estados Unidos, los fabricantes chinos están pivotando hacia mercados emergentes en el sur global. Países del sudeste asiático, África y América Latina están viendo una creciente presencia de marcas chinas, que están aprovechando las alianzas estratégicas y la falta de competidores locales fuertes. Por ejemplo, BYD ha establecido plantas de producción en Tailandia, consolidando su posición como líder en el mercado regional de vehículos eléctricos.
Este movimiento se alinea con la política exterior de China, que busca fortalecer la cooperación con el sur global, ofreciendo tecnología y financiación en términos favorables que los propuestos por actores occidentales. Esta estrategia no solo busca expandir la influencia económica de China, sino también ganar apoyo político en foros internacionales.
La industria automotriz china, especialmente en el ámbito de los vehículos eléctricos, es un reflejo del éxito de las políticas industriales a largo plazo del país. Sin embargo, el rápido crecimiento y la expansión global han generado tensiones comerciales significativas, especialmente en Occidente, donde los gobiernos han respondido con medidas proteccionistas.
Frente a este desafío, los fabricantes chinos están diversificando sus mercados, enfocándose en el sur global como un nuevo frente de crecimiento. A medida que estas dinámicas continúan evolucionando, el sector automotriz global se encuentra en una encrucijada, donde la competencia, las políticas comerciales y las alianzas internacionales determinarán el futuro de la industria.